miércoles, 9 de enero de 2013

Ayudar a Danilo a Gobernar


Por José-El Gordo-Oviedo

La realización de casi 400 manifestaciones de reclamos y protestas en el curso de los primeros 100 días de la gestión de gobierno del Presidente Danilo Medina, lejos de ser una señal de mal augurio, habla por sí misma y de manera muy positiva del estado de la democracia dominicana en la segunda década del siglo XXI.
Los conflictos y confrontaciones, contrario a lo que algunos piensan, son inherentes al ejercicio de la democracia y no necesariamente tiene que tener como desenlace la ruptura o la guerra, consideradas por muchos "como la continuidad de la política por otros medios".
El telón de fondo de todo conflicto y enfrentamiento, ya sea a niveles locales, regionales o globales, a todo lo largo de la historia, es el que se ha dado entre ricos y pobres, entre los de arriba y los de abajo, entre las clases dominantes y las oprimidas o subalternas. Esa realidad es la que genera la coerción y represión de unos y la indignación y la resistencia de otros.
La política, como expresión de los intereses y aspiraciones de los distintos actores y sujetos que están presentes en una sociedad, orienta y administra las distintas modalidades y formas de luchas que adquieren los conflictos de intereses, tanto bajo regímenes de naturaleza dictatorial o autoritaria; así como, en los de carácter constitucional, de pleno respeto a los derechos y deberes de los ciudadanos y ciudadanas.
En nuestro país, la República Dominicana, que transitó durante toda la década de los 60 y una buena parte de los 70, por distintas modalidades de golpes de estado, alzamientos guerrilleros, guerra civil y patriótica de resistencia frente a la intervención militar extranjera; así como, de abstencionismo y boicot electoral, a consecuencia de las circunstancias vigentes en ese período, vio cerrarse ese ciclo político con el ascenso al gobierno, en el 1978, del Presidente Antonio Guzmán Fernández, apoyado por el PRD y el Acuerdo de Santiago.
Desde entonces hasta la fecha, y no obstante la complejidad, gravedad e intensidad de las crisis políticas y sociales que se han verificado, tanto en períodos electorales como en postelectorales, la tendencia principal en la gobernabilidad democrática ha estado signada por el debate, el diálogo y la concertación entre sujetos y actores diversos.
Por ello, todos los que aspiramos sinceramente a un proceso sostenido de reformas, cambios y transformaciones en la sociedad dominicana, y quienes desde la oposición procuran convertirse en un referente u opción preferencial de los ciudadanos y las ciudadanas, debemos hacer acompañar nuestra voluntad, coraje y decisión, con la sabiduría, la astucia e inteligencia que otorga LA ARDIENTE PACIENCIA, de la que nos habló, al recibir el Premio Nobel de Literatura, el poeta Pablo Neruda.
El 20 de mayo de 2012, los dominicanos y las dominicanas, elegimos con nuestros votos a Danilo Medina Sánchez, como Presidente de la República Dominicana, para el período constitucional 2012-2016. Las enseñanzas y lecciones de la vida nos dicen que ganar elecciones no es un pecado; perderlas, tampoco. Y ambos factores pueden convertirse con el tiempo en su contrario. Los ejemplos sobran.
La confianza y la esperanza depositadas en el Presidente Danilo Medina tienen ahora como contrapartida, la realización de una gestión gubernamental transparente y austera, con inclusión y equidad social, con ejercicio democrático de alta intensidad y compromisaria, junto a sus pares latinoamericanos y caribeños, de la lucha en pro de un nuevo orden internacional multipolar, una integración regional autónoma y eficiente, apegados siempre a los principios de respeto y la defensa a la soberanía nacional y popular.
En vísperas de las navidades y del advenimiento de un nuevo año, la gente lo que quiere es ayudar a Danilo a gobernar, para continuar lo que está bien, corregir lo que está mal y hacer lo que nunca se ha hecho. ¡Manos a la obra!

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